Mi amiga Teté tiene muy buen pasar. Con su pareja no tuvieron hijos, y por eso gastan el dinero en viajes y en comprar algo que ella adora: ropa, carteras y zapatos de las mejores marcas. Es atractiva y tiene un porte con el que nunca pasa desapercibida. Y sabe muy bien que cuando aparece, siempre hay varios pares de ojos mirándola.
En un vuelo a Nueva York, volvía del baño caminando por el estrecho pasillo con unos pantalones de gamuza y botitas al tono. En un momento fantaseó con que estaba en una pasarela y empezó a contonearse levemente como hacen las modelos. Se sentía linda y especial.
Cuando llegó al asiento, su marido le señaló los pies y le dijo: «tenés pegado el papel higiénico en el taco». Y así era: una larga tira blanca de un metro de largo la había acompañado por todo el pasillo como si fuera la cola de un vestido de novia. Fue uno de esos momentos en que si el avión hubiera tenido baldosas… le hubiera gustado esconderte debajo de una.
Así que, amigos voladores, ya saben: el baño del avión es muy pequeño y a veces puede pasar que algún distraído no haya encontrado donde tirar…¡el papel higiénico! O con el apuro por salir, se puede caer y quedar pegado en el zapato. Presten atención porque en el cielo, también se pueden hacer papelones. ¡Hasta la próxima!