El 29/6 y el 6/7, junto a la psicóloga Nicole Harf, compartimos un taller sobre el miedo al vuelo, exclusivo para personal aeroportuario y tripulantes de cabina, convocados por María Isabel Salinas y Selva Lucero de ELearning Aviation Center .
Con decenas de historias propias y ajenas que involucran a personas que trabajan en los aeropuertos y tripulantes de cabina, estoy convencida de que son una ayuda “esencial”, en especial para la persona que llega al aeropuerto después de pasar noches sin dormir y con mucha ansiedad, provocada por el temor a volar.
Una de las historias la contó Marisol, hace unos años. Como dije en el taller, no importa el nombre o la línea aérea, no es fácil saber qué decir y especialmente qué no decir frente a una persona con temor a volar. Estábamos haciendo el check in y una persona que escuchó que estábamos viajando un grupo de personas de Miedo a los Aviones –tal es el nombre de este blog-, lo escuchó y sorprendido preguntó: “¿Miedo a los aviones?” Y enseguida empezó a reírse.
Es muy probable que no se haya dado cuenta que alguien del grupo estaba escuchando, pero estos comentarios sin duda no ayudan a alguien que está haciendo un esfuerzo enorme por enfrentar el miedo.
Tal como explicó la Lic. Nicole Harf en el taller: “Muchas personas vienen al consultorio y preguntan por qué tienen miedo. No hay una sola respuesta a esta pregunta. Existe una predisposición biológica, también hay cuestiones del carácter de la persona que posee mayor vulnerabilidad psicológica; por otra parte hay un modelado, un aprendizaje del miedo por imitación, a lo que se suman experiencias, relatos propios o ajenos”.
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Otra historia la contó Guadalupe, en el primer curso: ella estaba en el aeropuerto de Los Ángeles, por regresar a Buenos Aires. Había tormenta y los vuelos estaban demorados. Ella se sentía cada vez más ansiosa y se acercó al mostrador de la línea aérea varias veces. Al principio el empleado respondió correctamente, aunque con bastante desgano. Hasta que cuando anunciaron que empezaba el embarque para su vuelo, Guadalupe se volvió a acercar a preguntarle si salía nomás su vuelo –y seguramente le habrá preguntado algo más como “será seguro volar con esta tormenta”- y el empleado le respondió: “El avión va a salir seguro, lo que no sé es adónde va a llegar”. Haciendo referencia a que existía la posibilidad –como existe siempre- de que el piloto solicite ir a un aeropuerto de alternativa si las condiciones metereológicos eran adversas en el aeropuerto de destino.
Entre los conceptos que compartimos, analizamos algo que aparece mucho en nuestras redes sociales: personas que volaron muchas veces y se preguntan cómo puede ser que cada vez sientan más temor.
“En la corteza cerebral, el cerebro procesa en pocos segundos la situación que dispara una reacción ante el miedo. Si después de hacer una reevaluación, nuestra mente interpreta que no existe un peligro, la respuesta de lucha, huida o freezing se desactiva y el sistema nervioso se relaja. Pero si la corteza envía señal de que efectivamente hay un peligro confirmado, la respuesta de ansiedad se prolonga manteniendo alerta a la persona. Esto puede repetirse en cada viaje, especialmente si la persona tiene sesgos de atención e interpretación. Si el temor depende de otros, de un tercero, este pasajero nunca comprobará que los miedos son infundados”, definió Nicole Harf, psicóloga y miembro de la Asociación de Trastornos de Ansiedad de la Argentina.
En el taller que concluyó ayer compartimos estas historias y también analizamos 4 casos. Dentro de los participantes, hubo personal de check-in, tripulantes de cabina que están en actividad (aunque ahora no están volando) y otros que anhelan ingresar a una línea aérea.
Cuando comencé este blog, lo hice con el objetivo de llegar a las personas que –como yo durante tantos años- se sintieran limitadas por el miedo a volar. Pero también, me propuse llegar a las líneas aéreas y tripulantes para que tuvieran información y herramientas para poder ayudar a alguien, igual que me ayudaron varias veces a mí. Ayer al terminar el curso, no pude disimular mi sonrisa al tener la certeza de que cada vez habrá más tripulantes y empleados de aeropuerto que sabrán qué hacer cuando una persona se les acerque y les diga: “Tengo miedo”.