Un grupo de 19 personas, que asistieron a nuestro curso “Cómo superar el miedo a volar” hizo un viaje a Salta, para poner en práctica todo lo aprendido, invitados por LATAM.
Que voy, que no voy. Que llego al aeropuerto y no sé si me subo, que llego hasta el avión y tal vez pido bajarme. Muchos de los que participaron al vuelo de bautismo que hicimos el miércoles 10, nos habían escrito alguno de estos mensajes.
Se sentían preparados después de haber hecho el curso Cómo superar el miedo a volar, pero a veces cuesta un poco más dar ese paso.
Algunos llegaron al aeropuerto acompañados de familiares y fue muy emotivo verlos cuando se despedían para ir a embarcar.
Apenas subimos a la sala de embarque, nos acomodamos e hicimos un ejercicio de relajación que compartimos en el curso. El objetivo era subir al avión lo más relajados posibles.

Hasta que llegó el momento de embarcar al vuelo LA 7550. A la ida, pedimos a LATAM subir últimos, para que sea menos el tiempo en el avión antes de despegar. ¡Eramos un grupo de 19 personas y estábamos todos muy ansiosos!
La tripulación del vuelo, que nos llevó a Salta, ya estaba informada de que viajaba un grupo de personas con miedo a volar.
El avión despegó y tal vez ese fue el momento más difícil para algunos. En unos minutos ya iban a quedar atrás los 10 años, 20 años o toda la vida sin subir a un avión. Por lo que las lágrimas eran más de emoción que de miedo, según nos contaron. .
A mí me tocó sentarme junto a Carina Sánchez y Viviana Varela, que ya nos habían escrito para contarnos que estaban muy ansiosas. Viviana, de hecho, se demoró durante semanas hasta que se animó a confirmar que iba a venir. Así y todo, nos había avisado que no estaba segura de subirse. Cuando estábamos por despegar, sacó su celular y nos mostró la foto de Felipe, su nieto. “Por él estoy haciendo esto”.

El avión empezó a carretear y hubo dolor de panza, manos sudorosas. Pero como decimos en el curso: lo importante es volar, hacerlo y tener la convicción de que el avión es seguro.
El alcanzar los 10.000 pies muchos nos paramos para conocer el galley y hablar con los TCP. Elizabeth, que nos contó que también es acompañante terapéutica, enseguida se ocupó de preguntarles a todos si estaban bien, si necesitaban algo.
Los aplausos en el aterrizaje se deben haber escuchado en el Cerro San Bernardo. ¡Habíamos llegado después de un vuelo muy tranquilo! De hecho, la bloguera de viajes Floxie, que nos acompañó en este viaje, nos contó que ella es #TeamAplausos y que le encanta cuando la gente aplaude al aterrizar.

Como escribió una vez Sir Chandler, en los vuelos de bautismo parecemos un viaje de egresados. Algunos incluso en Twitter preguntaban porqué se nos veía alegres en las fotos. Pero acaso, ¿hay algo que nos hace más feliz que darnos cuenta que estábamos superando eso que nos daba tanto miedo y nos impedía hacer tantas cosas?
Desde el aeropuerto, fuimos directo al restaurante El Charrúa. Para darnos aliento, muchos habíamos hecho la broma de que “las empanadas salteñas” valían la pena el esfuerzo.

Después, nos llevaron a pasear por Salta. Subimos al Cerro San Bernando y pudimos contemplar la ciudad desde el mirador. De ahí, fuimos a visitar la plaza y la Catedral. Hasta que llegó el momento de subir a la traffic para volver al aeropuerto.
En el vuelo LA 7553, que nos llevó de regreso a Buenos Aires, nos encontramos con Ana María, tripulante de LATAM, con quien ya habíamos viajado en el primer vuelo de bautismo en 2017. ¡Fue muy lindo encontrarla porque además se acordaba de nuestro grupo!
Primer vuelo de bautismo de Miedo a los Aviones
Ella, junto a Romina, otra tripulante de cabina que se ofreció a cambiar de asiento a Viviana, que estaba un poco angustiada antes del despegue para que estuviera más cerca nuestro, nos preguntaron durante todo el vuelo si estábamos bien, si necesitábamos algo y hasta Ana María nos vino a avisar antes de aterrizar que iba a haber un poco de turbulencia al cruzar la capa de nubes. Es tan diferente pasar una turbulencia cuando uno tiene esta información…
También, en pleno vuelo, Floxie hizo una prueba y junto a Ana María, nos mostraron cómo la tripulación puede abrir el baño desde afuera, para evacuar las dudas que tienen muchas personas que vienen a los cursos y temen quedarse encerrados en el baño.

Algunos testimonios:
Carina Sanchez (viajó en 2018): “Pensé que iba a ser peor. El despegue es algo que la vez anterior que viajé me agarraba la cabeza, no sabía qué hacer, me sacaba la campera, me la ponía. Me transpiraban las manos. Ahora no sentí nada de eso, re bien. Creo que me ayudó mucho la información del curso. También que a Nico (Nicolás Machín) le mandé un mensaje antes de salir y me mandó dos audios re largos. Además me ayudó hablar con toda la gente, ver a la tripulación absolutamente normal”.

Jesica Arrúa (primer vuelo en avión): “Fue espectacular. Es una experiencia más que recomendable, por más de que tengamos prejuicios y por más de que ya hayamos viajado es importante seguir y relacionarse con eso que tanto miedo nos causa y nos genera una cierta parálisis que es el estado emocional. También me parece que hay que continuar y repetir la experiencia hasta que se naturalice”.

Emilce Emi (mamá de Vicky, de 11 años): “Nunca hubiese imaginado a Vicky con esa cara de felicidad arriba de un avión; visitando la cabina antes de bajar. Antes del curso, el solo hecho de hablar de un avión la angustiaba tanto…y después de enfrentar el miedo por primera vez, en enero, llegó este segundo viaje, con este grupo hermoso”.

Emilce Perezlindo (primera vez que se sube a un avión): «Hermoso viaje. Vencí mi miedo a volar».

Anécdotas hay un montón. Nos reímos mucho, conversamos un montón, compartimos secretos e historias. Algunas muy tristes, muy personales. Otras graciosas. Tal vez por eso al volver ya no éramos los mismos que los de la mañana. Habíamos superado juntos mucho más que el miedo a volar.
Mirá el video del vuelo de bautismo
También podés ver cómo fue uno de los vuelos de bautismo a Córdoba, en 2018