“Volar y cruzar montañas, con nieve, sueños y palabras, vengo a dejar aquí los miedos, suspendidos en la nada”, así empieza la canción “Volar”, que escribió el músico Pablo Sturba, cantautor y pianista argentino de 32 años que vive en Barcelona, para exorcizar su temor a volar .
Regresaba de un viaje a Japón, de estar –entre ida y vuelta- más de 30 horas arriba de un avión, y se dio cuenta que se había quedado sin la medicación para la ansiedad, que le habían prescripto. Un mes antes había estado en la guardia de un hospital debido a un ataque de pánico, por lo que viajar sin la medicación, era algo impensado para él.
“Subí al avión como rendido. Era tanto lo que sentía que tenía que luchar, que al final me dejé llevar por la situación de no encontrar un modo de batallar. En ese entonces, Loli Molina, una artista a quien admiro, publicaba “Lo azul sobre mí”, un disco brillante, me lo descargué y empecé a escucharlo. Fue un sedante mágico y natural”, describió.
Así fue que sentado en el vuelo de regreso, necesito “vomitar” toda esa experiencia en un papel. “Uso esta palabra que, aunque suena desagradable, fue lo que sentí: expulsar de mi cuerpo algo que no quería tener: el miedo. El proceso fue simple, el avión estaba pasando por unas montañas y escribí, volar y cruzar montañas, con nieves, sueños y palabras. Empezaron a llegar más y más palabras, hasta que pude terminar de componer la canción y disfrutar por primera vez en mi vida de tener los pies en el aire”.
Pablo Sturba vivió hasta los 29 años en Buenos Aires, luego se mudó a Barcelona, donde trabaja de compositor, docente de canto y también como publicista en una agencia de marketing digital.
Su primer viaje en avión fue a Estados Unidos a los 6 años, junto a sus padres. Después siguió volando, hasta que cumplió 12. Algunos viajes internacionales, otros nacionales, de chico disfrutaba mucho del avión. “Yo era de los que apenas se sube, pegan la nariz contra la ventana y no dejan de mirar hacia el exterior”, recordó Pablo, en una entrevista con Miedo a los Aviones.
Pero a los 20 años todo cambió. Sobre todo, después de un viaje a Brasil, a los 21. “Íbamos a Río de Janeiro, con mi novia de ese entonces, y sentí una presión muy fuerte en el pecho. Los sentimientos eran variados, pero principalmente recuerdo sentir una fuerza que me empujaba el cuerpo y unas ganas de llorar que no me daban respiro alguno. Era desesperación y miedo, mucho miedo”, expresó.
Miedo a que el avión dejase de funcionar, a que el piloto pierda el control, a que el despegue fallara…”Ahí me di cuenta que algo estaba mal, que ya no era el niño que disfrutaba de volar y que además de tener ataques de pánico, estaba frente a un enemigo que no me daba nada de paz”, reflexionó el músico.
Recientemente, en una encuesta que hicimos en las redes sociales, el 83% respondió que la fase del vuelo que más stress le genera es el despegue. Pablo coincide plenamente. “El despegue es un momento muy crítico para mí. Siento una ansiedad insoportable y al momento de sentir que las ruedas ya no están en el suelo, me desespera al punto tal de no poder parar de llorar silenciosa pero intensamente”.
A diferencia de otras personas, Pablo siguió volando cada vez que tuvo que hacerlo. Por un lado, asegura que lo ayudó mucho hacer terapia. Pero por otro lado, componer canciones también fue una forma de distraerse y de hacer algo “productivo” con el miedo.
“Siempre me ayudó mucho la música y especialmente escribir. Esa instancia de escucha activa siempre me permitió dejar de escuchar mi mente diciéndome cosas que no me hacían bien. Me pasaba de tener pensamientos fatalistas, pero me di cuenta que si usamos la creatividad, todo puede cambiar.
Es inevitable preguntarle si cuando viaja en avión escuchar “Volar”, su canción, que dura 7 minutos 41 segundos, y que describe con tanto detalle su propia experiencia. Esto es lo que nos contestó: “La escucho pero no excesivamente. Me ayuda a conectar con el concepto de movimiento, de conocer nuevos lugares y personas. En algún punto, busco que esa canción se llene de hermosos recuerdos para que, cuando la escuche en el aire, me ayude a viajar hacia esos rincones donde fui feliz”.