Andrea García Herros Neilson tenía tres vuelos por delante. Pero decidió prepararse para que este viaje en avión sea diferente a su última experiencia.
El primero era un vuelo corto de Cartagena a Bogotá, Colombia, después otro desde Bogotá a Santiago de Chile; y luego de Santiago a Buenos Aires. Por eso, dos meses antes se inscribió en nuestro curso online.
“Estoy emocionada. No me da miedo volar, solo que a veces me da muchísima ansiedad estar encerrada en alturas, con ruidos desconocidos del avión y creo que este curso será maravilloso”.
No obstante, le contamos que siempre preferimos bajar un poco la exigencia de “voy a disfrutar del vuelo” por «al menos no sufrir los días previos ni en el avión”, para que la mochila de a poco vaya haciéndose cada vez más pequeña.
Cuando faltaba poco para el viaje, Andrea nos contó que había estado muy ansiosa pensando solamente en la idea de volar. Hasta que se dijo a ella misma: “Es suficiente, vamos a dejar esos pensamientos y nos vamos a enfocar en lo que realmente quieres”. Enseguida empezó a sentirse más tranquila, visualizando y confiando en el proceso, en el reto… “Fue como que hice un clic. Como llamar al buen pensamiento para que genere una emoción bonita y eso evidentemente genera un cambio en la mente, en el cuerpo”, relató.
Además de hacer el curso, Andrea empezó a ver videos de aviones, de personas en aeropuertos. Fue su manera de llenar su mente con imágenes positivas de cómo podía ser su vuelo.
Finalmente, llegó el día. “Estaba nerviosa, pero menos de lo que imaginé. Había tomado unas gotas de valeriana. Y tuve un despegue maravilloso. También, me di cuenta que mis miedos venían de los ruidos propios del avión y ahora que sé que son normales me sentí mucho más tranquila”, comentó.
Entre las cosas de un vuelo que la preocupaban a Andrea nos contó que a veces se sentía mareada y que se había sentido mejor con algunos aceites esenciales o Flores de Bah. “La lavanda, la menta o algunas gotas de valeriana pueden ayudar a las personas que se marean en el avión. A mí me funcionaron bien”.
Al preguntarle qué parte del vuelo le resultó más difícil nos contestó: “Los primeros 30 minutos fueron más difíciles, me sentí con un poco de ansiedad. Pero llamé a pensamientos bonitos e hice los ejercicios de respiración. Ya después de eso me relajé muchísimo. Había turbulencia, había muchas nubes y ni me importó. Es como si hubiera tenido mi propio vuelo de bautizo”, relató, haciendo referencia a los vuelos de bautismo que realizamos con las personas que hacen el curso y viven en Argentina.
Unos días más tarde, llegó el segundo vuelo, de Bogotá a Santiago de Chile. “El avión es enorme. Me transmite mucha seguridad y tranquilidad”, nos escribió desde el avión, antes de apagar su celular. Era un 787 de Latam, un Dreamliner, que es más espacioso y moderno que otros aviones.
Apenas aterrizó y pudo escribirnos nos llegó este mensaje: “El despegue fue fantástico. De hecho, estaba tan emocionada de poder disfrutarlo que hasta lloré. Ahora me encanta. Mis pensamientos eran Andre vive, vive los momentos, respira y solo respira sobre las hermosas nubes”.
Que tu tercer vuelo sea igual de bueno y que disfrutes de esta nueva forma de volar, Andrea!