En total, Daniel intentó 6 veces subirse a un avión. Pero nunca lo pudo hacer. Fueron seis veces que tuvo que devolver los pasajes porque sentía que si volaba, iba a tener un ataque de pánico. Cada vez que hablaba del tema de volar con algún amigo o conocido, les preguntaba lo mismo: qué se siente al estar en el aire.
Hasta que hace unos meses quiso volver a intentarlo. Tenía un acontecimiento importante, aunque fue más adelante que nos lo contó. Para eso, quiso inscribirse en nuestro curso online de www.avolarsinmiedo.com. Pero por cuestiones de restricciones de los sistemas de pago en Argentina, hizo tres intentos y nunca pudo terminar de inscribirse.
Nos escribió, mandó capturas de pantalla, le enviamos distintas formas de acceso y seguía sin poder inscribirse. Los días pasaban y él quería empezar el curso lo antes posible.
Hicimos videollamada, me contó que faltaba poco para su viaje y le pedimos a la persona que se ocupa de la plataforma que le diera acceso. Ese mismo día empezó a ver los videos. En total son 38 lecciones y Daniel literalmente se puso a estudiarlas. Cada noche, se sentaba frente a la computadora a aprender sobre el miedo, la ansiedad, la seguridad aérea, las técnicas de respiración para aplicar cuando sentimos ansiedad.
El viaje se acercaba pero hubo una noticia que lo alarmó: le adelantaron la hora del vuelo. Desde el aeropuerto intercambiamos audios e incluso hicimos una llamada por WhatsApp: “Siento mucho miedo, estoy mareado, ¿es normal sentirse así?”, me preguntó.
“Daniel, te sentís así porque sos humano, porque estás vivo. Y es humano sentir miedo. En unas horas vas a poder gritar a los cuatro vientos que pudiste volar. Estás muy cerca de lograrlo y lo más importante, te preparaste mucho para este momento”, le comenté.
Antes de cortar me dijo: «Ok, voy a subir, voy a volar y les voy a filmar un video y sacar muchas fotos para que después las compartan con el resto de las personas que también sienten temor».
Al subir al avión le dijo a la azafata que tenía miedo, que era su primer vuelo y que había hecho un curso para perder el miedo a volar.
El vuelo era de menos de tres horas, rumbo a Cancún. Era su sueño tener esas vacaciones junto a su familia. Y festejar su cumpleaños #34.
Casi a la noche –de Argentina- recibí un llamado. Apenas vi en el identificador su nombre, me apuré para atender. Me dijo “No pude hacerlo, Carola, no pude subirme al avión”. Respiré y mientras pensaba qué decirle, me dijo: “Es una broma, estamos en Cancún. Estoy feliz. Hice todo lo que dicen ustedes en el curso. Pude mirar por la ventana, sacar fotos, levantarme e ir al baño. Estoy feliz”.
También, me contó que la azafata se acercó´en un momento durante el vuelo y como lo vio muy relajado le preguntó: «¿No era que tenías miedo?»
Daniel no fue el único que se fue a dormir feliz ese día. Acompañarlo, aunque sea a la distancia, fue un placer.
Una vez más, comprobamos lo que decimos en el taller de Afrontamiento al miedo: el miedo no se va solo, tenemos que hacer algo nosotros para enfrentarlo. Como dice la psicóloga Nicole Harf, quien dicta el curso: «el miedo no es un sweater que uno se puede sacar, hay que entrenarse para de a poco empezar a sentir cada vez menos ansiedad, menos miedo».
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Dos días después de que Daniel vuelva a su casa, volvimos a hablar. Me contó que en el regreso tuvo bastante turbulencia. Pero no sintió miedo, porque ya sabe que la turbulencia no es peligrosa. Simplemente imaginó que iba por una calle empedrada.
Al tocar tierra, le dijo algo a su esposa que pensó que jamás diría: “Sentí como si hubiera ganado la lotería, tenía ganas de seguir en el aire, de volver a volar. Se me pasó rapidísimo tanto el vuelo de ida como el de vuelta”.
Gracias Daniel por permitirnos estar ahí, aunque sea a la distancia, en este momento tan importante.
Solo intentando de verdad se llega a la satisfacción de saber que solo uno mismo se impone los miedos!