Estuvo 10 años sin subirse a un avión. Había tenido turbulencias en un viaje desde Bariloche y en ese momento decidió no volver a volar. Hasta que hace poco volvió a animarse. Aunque le preocupaba muchísimo no poder disimular el temor y contagiárselo a sus hijos de dos y ocho años.
Tuvo que pasar una década para que Karina Berri volviera a subirse a un avión. Junto con su esposo, habían planeado un viaje a San Martín de los Andes. Pero las cosas ahora eran diferentes: Karina es madre de dos: Ámbar, que tiene 2 años, y Bautista, que tiene 8. “No quiero demostrarles mi miedo, tengo que verme segura”, nos escribió un mes antes de encarar el viaje.
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Le sugerimos, como solemos hacer cuando nos enteramos la línea aérea por la que van a viajar, en este caso, Aerolíneas Argentinas, que se presentara al subir y le contara al tripulante que la recibiera que tenía miedo a volar.
Había pasado un día desde su regreso y recibimos un mensaje que nos hizo sonreír de oreja a oreja: había superado la prueba y, en palabras de la misma Karina: «Lo pasé mucho mejor de lo que pensaba». Pero mejor dejamos que sea ella la que les cuente cómo vivió esta experiencia:
«Hacía muchos años que no viajaba en avión, siempre les tuve miedo ya que tuve una mala experiencia hace 10 años volviendo de Bariloche, esas turbulencias que duran casi las dos horas de vuelo que lleva el viaje. Nunca más quise subir a uno, si miraba algún vídeo sobre aviones que despegan o aterrizan, la ansiedad me subía y comenzaba con palpitaciones.
Hasta que llegó un día en que en familia decidimos viajar a San Martín de los Andes. Por dentro decía “otra vez el sur, otra vez se va a mover”. El problema es que ahora viajaba con hijos, Ámbar, de dos años, y Bautista de 8. Era su primer vuelo, la chiquita ni cuenta se daba. Durante un tiempo tuve que trabajar mucho para no transmitirle el miedo a él y siempre le dije “¡te va a encantar, vas a ver!” aunque por dentro no me lo creía…
Trabajé con mi psicóloga (que es una genia) con relajación muscular progresiva, vi muchos vídeos sobre la seguridad de los aviones y encontré un manual genial que me llevé conmigo con todos los tips para abordar tranquila un viaje. Llegó el día y embarcamos rumbo a San Martín de los Andes con demora, ¡había tormenta eléctrica! Nada peor para una persona ansiosa como yo. Entre mis nervios, mi hija que no paraba de llorar, mi hijo que estaba nervioso…¡menos mal que mi marido iba relajado! Estuvimos 30 minutos dentro del avión, antes de despegar. En cuanto podía aprovechaba a respirar para intentar relajarme y la verdad que sirve. Le comenté a la azafata que tenía miedo a volar y me tranquilizó bastante y luego se acercó a hablarle a Bauti, mi hijo y lo felicito por ser su primer vuelo.
Salimos y en ningún momento sentí pánico, salvo incomodidad con los pozos de aire. Es la primera vez que pude disfrutar de un viaje. Miré por la ventanilla y hasta hubo momentos de turbulencias y yo solo pensaba “ es molesto, no pasa nada” .
A mi hijo le encantó la experiencia y eso también me pone muy contenta. No digo que le perdí el miedo, pero ahora puedo controlarlo y hasta disfrutarlo, aunque sé que siempre unos días antes voy a sentirme nerviosa. A la vuelta vi el atardecer más hermoso que jamás haya visto.
No se queden en el miedo, hay mucho que se puede hacer para enfrentarlo y manejarlo, hay que mentalizarse que siempre se puede mover y es parte de cualquier medio de transporte, los autos, los trenes siempre tienen movimientos y el avión también. Y no pasa nada, aunque pensemos que va a pasar lo peor…solo mentalizarse “es incomodidad”. Si se quiere, se puede, ¡y siempre va a estar en uno!»
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