El avión está diseñado para soportar cualquier inclemencia del clima que pueda ser problemática. Desde la más leve hasta la más compleja. De hecho, los aviones están construidos para soportar una turbulencia que no existe.
Esto está relacionado con el diseño del ala, que puede inclinarse desde 38º hasta 45º; la ductilidad es muy alta.
Otro motivo para no obsesionarse es porque todo en aviación gira en torno a la seguridad: así como tenemos un montón de modelos preventivos para otras cosas, también se previene lo relacionado con el clima, a través de un montón de información metereológica a la que acceden los pilotos, los despachantes, gente de la empresa y otras personas involucradas.
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Ideas tormentosas
Que la persona con miedo a volar puede experimentar mayor ansiedad si tiene que volar un día nublado o con lluvia es un hecho. Lo importante es diferenciar aquello que es percepción de la realidad: los aviones tienen instrumentos e información en vivo que les permite evitar situaciones metereológicas adversas, no porque sean peligrosas sino para comodidad de los pasajeros.
Por eso, revisar 10 veces o muchas más cómo va a estar el clima en la ruta del vuelo o configurar alertas en el teléfono opera infructuosamente, ya que se convierte en una búsqueda obsesiva de datos que no vamos a tener, reforzando la ansiedad.
En definitiva, la incertidumbre que genera tomar un avión o incluso despegar con lluvia no la vamos a controlar obsesionándonos con el clima. Curiosamente, sí somos capaces de salir con el auto un día de tormenta, aún cuando el riesgo es mayor. Pero esto no nos genera la misma incertidumbre que los aviones porque sentimos que de algún modo podemos controlar la situación.
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