Todavía estaba en el avión cuando nos mandó un mensaje por Facebook Messenger: “Hice mi primer vuelo, me animé. Estoy feliz”. Y junto con el mensaje, llegaron fotos y videos. No lo hizo sola: viajó acompañada de su marido, Adrián, y sus primos Claudia y Claudio. Aunque fue su prima quien más la animó. «Ella fue el motor que me ayudó a poder superar el miedo», explicó más tarde.
Natalia tiene 41 años y es docente. Después de años de pensarlo y pensarlo, finalmente se animó a tomar la decisión de volar. La razón era simple: “No animarme a volar debido al miedo me producía mucha angustia. Sentí que había llegado el momento de terminar con esa angustia”. Por eso, eligió un viaje corto: de Mar del Plata a Buenos Aires (Ezeiza). Es un trayecto de 55 minutos (ida) y 50 minutos (vuelta). Suficiente para atravesar varias de las etapas del vuelo que pueden producir incertidumbre: el check in, el embarque, el despegue y el aterrizaje.
Al momento de embarcar, sintió una mezcla de emociones: “tenía mucha ansiedad y al mismo tiempo sentía mucha felicidad por enfrentar mi miedo”, describió Natalia. Después, ya en su asiento, junto a su prima, se animó a mirar por la ventanilla. En los momentos de ansiedad, habló con su familia y eso la ayudó a distraerse.
Es inevitable preguntarle qué sintió al aterrizar: “Una gran emoción, hasta las lágrimas”. De hecho, todavía estaba en su asiento, en el avión, cuando dijo: «Estoy feliz. Hasta Cuba, Italia, no paro».
Quizá para que este momento quede grabado para siempre, Natalia cambió su foto de perfil en Facebook por una imagen de ella en el avión.
Así nos sentimos al volar los que tenemos miedo a volar. Ya lo dijo Rocky Balboa, “el miedo es como un fuego en nuestro interior. Si lo controlamos nos mantendrá calientes para seguir peleando. Pero si no lo controlamos se extenderá y nos devorará, y también a quienes amamos.»
¡Felicitaciones, Naty!
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