“Hola, les quiero contar que hoy, después de 29 años volví a subir a un avión. Hice un vuelo a San Miguel de Tucumán. Siempre leo las publicaciones de gente que cuenta sus temores a volar y me sirvió como apoyo, más terapia”, escribió Roberto Nudelman, que dejó de viajar en avión por casi tres décadas después de sufrir mucho estrés en un vuelo.
Para la mayoría, un vuelo estresante es sinónimo de turbulencias. No es el caso de Roberto, que en 1990 tuvo que viajar con su hijo recién nacido de Bahía Blanca a Buenos Aires (capital) en forma urgente. “Mi hijo mayor nació con una cardiopatía severa y la situación era de vida o muerte, teníamos que viajar para internarlo y hacerle un cateterismo. Necesitaba oxígeno para llegar con vida y el equipo que yo llevé a los 15 minutos de vuelo falló y quedó vacío”.
Desesperado, Roberto habló con las azafatas, que estaban al tanto del caso, y le ofrecieron dos equipos que llevaban. Tenían 15 minutos de oxígeno cada uno. Mientras tanto, el capitán se comunicó con control aéreo y los esperó una ambulancia en la pista. “Las azafatas se portaron de manera excelente, igual el capitán. Era un vuelo de Aerolíneas Argentinas”, relató.
Llegaron con el oxígeno justo y la operación se realizó en forma exitosa. Los años pasaron, pero Roberto no pudo volver a subir a un avión.
Hasta que el domingo 2 de diciembre, a las 6.55 de la mañana, se animó. Despegó de Aeroparque rumbo a Tucumán. Habían pasado 29 años desde su experiencia traumática en un avión. “Ni yo lo puedo creer. Hice terapia para derrotar los miedos y siempre leo las publicaciones de gente que suben ustedes y me ayudó saber que uno no es un bicho raro. También llevé Clonazepam sublingual porque me daba más seguridad pero no necesité tomarlo”, comentó sin disimular su felicidad.
Ahora, su preocupación es sufrir un poco de mareo en el despegue y también dolor de oídos al aterrizar. “Espero que mi experiencia sirva para algo. Se puede y es increíble lo liberador que es”, reflexionó Roberto, que ahora quiere recuperar el tiempo perdido y seguir volando.
Bravo, Roberto.