Nabil Ismael Daruich Yoma dejó pasar dos viajes por su miedo a volar. Hace menos de un mes finalmente se animó y se sorprendió al poder disfrutar de cada parte del vuelo.
Preguntarle a Nabil qué parte del vuelo le gustó más es una pregunta difícil de contestar, ya que asegura que le gustó todo: “Me encantó el despegue, el vuelo, el aterrizaje”.
Con 29 años, confiesa que estaba convencido de que iba a tener miedo. Hasta que se animó a volar. “Fue mi primer viaje en avión. Creía que iba a tener miedo pero subí muy tranquilo y con nada de miedo.”
Hace dos años estuvo a punto de viajar pero finalmente optó por el ómnibus. Era un viaje corto, de La Rioja a Buenos Aires pero el miedo fue más fuerte.
Como le tiene miedo a las alturas, su principal temor era que el avión se caiga. Esto empeoró cuando ocurrió el accidente del Chapecoense. Ese día dijo: «No voy a volar nunca en avión».
Esta vez tomó la decisión de viajar junto a 3 amigos a Río de Janeiro. Dos meses antes sacaron los pasajes. Fue a partir de ese mismo momento en que empezó a estar ansioso. Pero cuando llegó a Aeroparque, se dio cuenta que ya no tenía miedo sino más bien sentía intriga por saber cómo sería subirse a un avión.
“Ya en el avión, ni yo lo podía creer. No tenía nada de miedo. Cuando empezó a acelerar, fue hermoso. Y cuando despegó, fue la mejor sensación que sentí en mi vida. Un viaje muy tranquilo, sin turbulencias y lo más importante: no tuve nada de miedo”, recuerda Nabil, que aceptó compartir su experiencia para inspirar a otras personas.
Ahora Nabil no para de pensar en volar. “Estamos pensando con mis amigos en volver a viajar a Río de Janeiro, aunque también está la posibilidad de viajar a México”.