Alejandra Espíndola no había viajado nunca en avión. Ella es profesora de inglés y hasta sus alumnos la alentaban a animarse a volar. «Es como ir en un ómnibus», le decían. Hace poco, tomó valor y logró hacer realidad su sueño. Éste es su testimonio.
«Comencé a sufrir de claustrofobia a los 40 años aproximadamente. Y desde que mi mente supo que yo deseaba viajar en avión, mi temor empezó a crecer cada día un poco más.
Viajé a Santiago de Chile hace 2 semanas y lo hice desde Buenos Aires, ya que vivo en Mercedes, Uruguay, más cerca de Argentina que de Montevideo. Esas semanas anteriores al vuelo pensé que tenía una piedra en el estomago. Estaba más que nerviosa. Incluso, cuando llegamos a Aeroparque, pensé. `Si no estuviera mi esposo conmigo, me vuelvo´.
Pero luego traté de distraerme.
Al subir al avión le dije a la azafata que era mi primer vuelo y que estaba aterrada. Esto lo había leído la noche antes de viajar en el blog y me ayudó en gran forma, ya que pude ponerlo en palabras.
Luego entré, miré y recordé lo que mi hija y alumnos me decían sobre viajar en avión: `es como ir en un ómnibus´.
Entonces pensé que debía decirle a mi cerebro que ya estaba ahí, que no podía volver y que tenía que disfrutarlo.
Todo iba muy bien, yo miraba todo y estaba contenta, hasta que levantó las ruedas y empezó el carreteo.
Las lágrimas cayeron automáticamente como una catarata y luego, para mi sorpresa, sentí un alivio tremendo. Tuve un vuelo espectacular. Las chicas (tripulantes de cabina) fueron divinas y el regreso fue aún mejor.
Ahora sé que, no paro la pata, como decimos en Uruguay. Gracias y les digo que, como todos los miedos, nosotros podemos controlarlos.»
Qué valiente! Felicitaciones!!!