Esta frase la dije varias veces por eso cuando lo leo en los comentarios, me conecto con la Carola súper miedosa que fui. Durante mucho tiempo pensé que las líneas aéreas podrían cobrar mucho más por ir con los pilotos y así hacer dinero extra (…).
-«Sí, claro», dirían los pilotos. «Nosotros nos preparamos para pilotear un avión, no para hacer de psicólogos en un vuelo».
Y tendrían razón, si lo pensaran o dijeran.
Ahora, pienso exactamente lo contrario: qué bien se siente sentarse en el avión sin que nada dependa de nosotros.
Obviamente, para quienes están acostumbrados a tener siempre todo bajo control, la ilusión de estar junto a los pilotos, confirmando todo el tiempo que está todo bien, que van relajados, es el escenario ideal. Pero es un pensamiento mágico. Imaginemos la situación: estás sentado junto a los pilotos, y se empiezan a prender luces, o escuchás a otros pilotos en la radio, o escuchás un ruido que -por supuesto- desconocés, ¿te quedarías sin decir ni mu? Nooo, seguramente le querrías preguntar al piloto qué está pasando y el piloto en lugar de ir concentrado en cada fase del vuelo, tendría que ir explicándote.
Y lo que es peor: imaginate que te agarre un ataque de pánico o empieces a sentirte ansioso. ¿Los pilotos tendrían que desatender los procedimientos que siguen, para cuidar a los 280 pasajeros o más, para tranquilizarte a vos?
Supongamos que en el mismo vuelo hay 30 personas con miedo a volar o que tienen un poco de ansiedad, porque la noche anterior justo vieron una película donde un avión sufría una turbulencia severa. ¿Cómo sería la selección para que los pasajeros vayan en el cockpit? “Señores pasajeros, vayan haciendo la fila para entrar en la cabina unos minutos?” ¿Y la seguridad?
Si yo subo a un avión y veo entrar a un pasajero al cockpit, ¿me quedaría tranquila?
Las fantasías son tan solo eso: ideas con las que soñamos despiertos. Sin embargo, a veces de tanto repetirlas, pueden instalarse como la esperanza de volar mejor. Y como es algo poco probable que pase, mejor ir pensando en otra alternativa que nos ayude a volar más tranquilos.
Una humilde sugerencia: pararse en la vereda de enfrente e imaginarse que 20 o 30 personas quieran estar junto a nosotros en nuestro trabajo y durante todo el tiempo nos hagan preguntas sobre cómo se hace o por qué. Sea cual sea nuestra profesión o empleo, sería agotador y no podríamos concentrarnos en lo que tenemos que hacer.
Quizás, la próxima vez que veas una foto de los pilotos en el avión y pienses: «lo feliz que sería yo si viajara con ellos», puedas pensar «eso ya sé que no puede suceder, mejor busco algo que sí puede pasar, como practicar las relajaciones, buscar entretenimiento que tenga más chances de distraerte cuando estoy a 10.000 metros de altura o ver el video de Por qué vuelan los aviones, para seguir asimilando que los aviones no vuelan por arte de magia, sino por leyes de la física que lo hacen posible.