Nahuel calcula que por año se sube 30 veces a un avión, debido a su trabajo y a que tiene sus amigos desparramados por el mundo. Tal vez fue por eso que apenas se enteró de que las amigas de su hermana Milena habían planeado un vuelo relámpago a Salta, se sacó un pasaje sin que ella lo supiera.
Es que Milena, de 29 años, nunca se había animado a subirse a un avión. De hecho, para este viaje dijo “sí” casi sin pensarlo. Sus amigas lo organizaron para ir a rezar a la Virgen del Cerro por su papá, al que le diagnosticaron hace poco un problema de salud. “Ella no se dio cuenta de que el plan incluía ir y volver en avión. Tenía terror y como yo viajo muy seguido me llenó de preguntas. Quería saber todo el tiempo qué podía suceder, si alguien le iba a hablar, qué hacer si tenía que ir al baño…”, nos explicó Nahuel, que se contactó con nuestra cuenta de Twitter para enviar la foto de Milena y para agradecer a la tripulación de los vuelos AR 1542 y AR 1459 de Aerolíneas Argentinas.
Nahuel (40) es el hermano mayor y Milena es la menor de cuatro hermanos (y la única mujer). Cada vez que la invitó a viajar, ella siempre contestó que no. Incluso admite que llegó a rogarle que lo acompañe en algún viaje pero Milena temía quedarse sin aire o sufría por si quería bajarse en pleno vuelo, entre otros fantasmas.
Un par de días antes, se dio cuenta que su hermana estaba sufriendo mucho con la idea del vuelo así que decidió acompañarla. Apenas se lo contó Milena se sintió aliviada. “Me pareció que necesitaba que alguien esté con ella. Además viajaba con su beba, Catalina. Así que si ella necesitaba ayuda, yo iba a poder darle una mano».
Pero no fue el único que la ayudó: al embarcar, Nahuel se acercó a una de las tripulantes de cabina y le contó brevemente de su hermana. “Enseguida me tranquilizaron a mí, me hicieron sentir que contaba con su apoyo”, relató.
Al despegar, Milena, que sostenía a Catalina, no paraba de temblar. Su hermano le puso una mano en el hombro. La observó y tenía los labios blancos. Cuando se apagaron las luces para el despegue, Milena pegó un grito.
“Las tripulantes se acercaron varias veces durante el vuelo. Fueron unos verdaderos ángeles. Siempre con mucho profesionalismo, sin hacerla sentir avergonzada en ningún momento. Le preguntaron si estaba bien y le explicaron sobre el viaje. Después de aterrizar, nos invitaron a saludar al comandante y a conocer la cabina”, compartió Nahuel.
Milena llegó agotada pero feliz. En el vuelo de regreso, Nahuel volvió a repetir los pasos que siguió a la ida. Nuevamente recibió mucho apoyo de la tripulación. “Mi hermana estaba menos tensa. Me preguntó por qué habían hecho una demostración de seguridad, si en el vuelo de ida no lo habían hecho. Le tuve que explicar que sí hubo, que siempre hay. Estaba tan nerviosa en el despegue que se olvidó por completo”, compartió Nahuel, que sin dudas se lleva el premio al mejor hermano del año.