El 30 de abril Vanesa Gonzalez volaba desde Comodoro Rivadavia hacia Buenos Aires en el vuelo 1835 de Aerolíneas Argentinas. Su miedo a volar la había llevado a casi cancelar este viaje, después de lo ocurrido con el avión de Southwest. Pero luego de hacer algunas averiguaciones y hacernos algunas consultas los días previos al vuelo (que a su vez nos llevaron a hacer otras consultas incluso a Aerolíneas Argentinas), logró animarse y subirse al avión.
En 2014 había sufrido su primer ataque de pánico en un viaje a Iguazú cuando el avión estaba por despegar. En ese momento, lo único que pensaba era en bajarse, no podía respirar. “Lo peor para mí es el despegue, no logro superar el miedo de que fallen los motores o que haya alguna falla en el momento de aceleración del avión”, nos confesó.
Ya en el avión rumbo a Buenos Aires, después del despegue, se acercó a pedirles un vaso de agua a las azafatas. “Siempre me siento un poco nerviosa hasta que alcanza la altura crucero. Ahí aproveché para felicitarlas por el trabajo que hacen y les conté que tenía miedo a volar. Estuve hablando mucho con ellas y me dijeron que las personas que somos aerofóbicas siempre tenemos que avisarle a la tripulación para que estén al tanto y puedan estar más cerca de nosotros durante el vuelo. Me encantó porque me contaron que ellas consideraban el avión como su oficina de trabajo. Ya casi llegando a Buenos Aires me animaron a mirar por la ventanilla”, nos contó emocionada.
Vanesa se quedó maravillada al ver el cielo, las nubes, el sol que brillaba. “Fue una imagen impresionante. Algo realmente hermoso. También me motivaron a ver el aterrizaje. Estoy tan agradecida a las dos, Laura y Candela, fueron muy amables. Nunca voy a olvidar la contención que tuvieron conmigo durante todo el vuelo”.
Pero la historia no terminó ahí. Al bajar, se acercó a saludar a las azafatas y le entregaron una notita que decía.
”Ojalá que cada vuelo sea una oportunidad para superarte de a poquito. Por nuestra parte fue un placer te
Esta es la carta que le dejaron las azafatas
nerte a bordo. Mucha suerte y buenos vuelos, Lau y Cande”.
Con 36 años, Vanesa se propuso esta vez animarse a enfrentar el miedo. Debido a su trabajo, es licenciada en Relaciones Internacionales, tiene que viajar muy seguido. Desde enero, ya voló 5 veces. Y pronto volverá a subirse a un avión el 24 de mayo. Obviamente, cruzará los dedos para encontrarse con la misma tripulación, pero al menos ahora sabe que se puede volar mejor y de a poco ir venciendo el miedo.
”Pensar que hace tiempo lloraba cada vez que estaba arriba. El otro día logré disfrutar en un momento de lo hermoso que es el cielo. Lo importante es saber que se puede». .
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