Ésta es la historia de Manuela Corbato, médica clínica de 41 años que se animó a volver a subir a un avión después de un largo tiempo. ¿A qué le temía Manuela? Temía perder el control arriba del avión, tener un ataque de pánico, hacer pasar un momento incómodo a los demás pasajeros, sentirse encerrada, saber que si quería bajar no podía o que pasase algo y tener que esperar hasta que el avión aterrice. En fin, una suma de los miedos que tiene la mayor que teme volar.
Manuela viajó hace un año pero antes habían pasado 15 para que se anime a tomar un avión nuevamente. El destino del vuelo era Rio de Janeiro (aproximadamente dura tres horas). El comienzo no fue para nada fácil: durante los primeros 45 minutos de viaje, Manuela optó por pintar mandalas y cerrar la ventanilla. Buscaba cambiar el pensamiento de ‘’estoy arriba de un avión y no voy a poder bajar si lo necesito’’, pero el momento más tenso fue cuando el avión dobló y uno de sus hijos se alarmó: ‘’¡Mamá, se cae el ala!’’, exclamó el nene.
Tenés que contener a tu hijo”, se dijo a ella misma y eso hizo, hasta que el nene se durmió. Su pareja también durmió todo el vuelo y su hija mayor escuchó música.
El momento tan esperado
Con la familia descansando, Manuela logró salir del “estado de alerta” y pudo empezar a disfrutar del vuelo. Se puso los auriculares, y empezó a escuchar canciones de Valeria Lynch y siguió con los mandalas. Cuando se quiso acordar, estaba disfrutando del vuelo, de cada movimiento que hacía el avión, de ver las nubes, de sentir la fuerza del motor, estaba tan emocionada que se largó a llorar.
«Además de pintar mandalas y escuchar música, me relajó muchísimo observar a la tripulación y ver la tranquilidad con que se desenvuelven en el avión. También me ayudó pensar en el lugar adonde viajaba. En definitiva, me di cuenta que el único que puede impedir que los sueños se cumplan, es uno mismo».
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