Andrea volaba de la Isla de Margarita hacia Caracas (Venezuela). Era de noche y había tormenta. Eso fue en 2014 pero todavía hoy la recuerda como una de las situaciones más estresantes de su vida.
“A partir de ese momento, comenzó mi fobia a los aviones. Ya anteriormente me había montado en muchísimas ocasiones pero no me había pasado nada que me generara desconfianza”, relató Andrea.
Su sufrimiento –como el de la mayoría de las personas con miedo a volar- comienza mucho antes de llegar al aeropuerto: “Ya unos días antes de tener que volar me estreso. Tomo tranquilizantes naturales, rezo…También revisa el clima unos días antes del vuelo. Mi miedo es siempre mientras el avión está en lo alto. No me da miedo ni el aterrizaje ni el despegue. Solo estar arriba y cuando hay turbulencia”, describió.
De todos los pensamientos catastróficos, el que más recuerda es imaginar que el avión empieza a descender muy rápido y….que el avión se estrella.
Pero este último viaje fue diferente. Viajó de Miami a Venezuela, con escala en República Dominicana y esta vez no se estresó en absoluto. “Descubrí la cuenta de Volarsinmiedo en Instagram unas semanas antes de viajar y he visto muchos videos. En particular me ayudó muchísimo el de la gelatina”.
De hecho, hasta se sorprendió al no sentir mucha ansiedad en ninguno de los vuelos. “Iba muy relajada, pensando en ese video. Incluso yo soy de las que siempre tienen que ir en la ventana y mirando todo y en el segundo vuelo hasta cerré la ventana un buen rato”.
También, se animó a filmar y a sacar fotos para compartir con nosotros.
Haz clic y mira el reel de Instagram con el video que ayudó a Andrea