Es la segunda vez que vuela con su mascota y viaja mucho mejor

Gina Alessandra Aguilar tiene 27 años y es abogada. Actualmente, vive en San José del Cabo, Mëxico (más conocido por los turistas como Los Cabos). Se mudó hace unos meses y fue ahí que decidió viajar con su perrita, Prisma, de 2 años. «La forma más rápida y fácil para llegar de Veracruz donde vivía a Los Cabos era tomar dos aviones», relató.

Ahora, hace unos días, volvió de Veracruz a Los Cabos y asegura que viajar con Prisma le resulta de mucha ayuda, ya que se distrae más fácilmente. De hecho, tuvo que presentar documentación en la línea aérea Aeroméxico como «mascota de apoyo emocional».

«Viajar con Prisma me ayuda a concentrarme en otra cosa y a vivir el vuelo sin pensar en el vuelo en sí mismo sino en lo que pasa adentro», expresó.

El miedo a volar de Gina se despertó a los 18 años cuando empezó a volar sola. No le tiene miedo al encierro o a sentirse mal sino que su peor miedo es que el avión tenga una falla mecánica y se caiga. No obstante, el miedo no le ha impedido volar.

Para volar con una mascota, al menos por Aeroméxico, nos explicó Gina, hay que presentar una carta de un psiquiatra mencionando la necesidad de llevar la mascota por cualquier tipo de trastorno. «En otras líneas aéreas, con una carta de un psicólogo es suficiente», agregó. La carta tiene una validez de un año.

Además, debe tener la vacuna de la rabia, hay que llevar la cartilla de vacunación con la información de las vacunas y la desparasitación, más una carta del veterinario que constate su buena salud.

Y si llegaste hasta aquí y te empezaste a preguntar si tu mascota podría viajar también, al menos en Aeroméxico, un requisito esencial es que la mascota no pese más de 12 kg y deben medir menos de 56 x 30 cm.

En la página web de Aeroméxico, la línea aérea además informa que no tiene costo adicional viajar con una mascota de servicio y apoyo emocional: «Sabemos que son un apoyo para ti, por eso te ofrecemos estos servicios de transportación sin costo adicional».

Leer más sobre viajar con tu mascota en Aeroméxico

Poner el foco en otra parte

De niña, Gina disfrutaba de los viajes en avión. Y al embarcar por primera vez con su perrita, sintió algo similar a cuando volaba de niña. «Me ayudó a ponerle atención a todo lo que ella hacía, ya que todo era nuevo para ella. De algún modo, me recordó la sensación y la emoción que sentía cuando era niña. Mi papel ahora era enseñarle a ella que no pasaba nada, tranquilizándola cuando escuchaba el ruido al despegar o incluso cuando veía por la ventana y miraba las nubes», relató.

Incluso, asegura que hasta cuando hubo turbulencias estuvo más enfocada en los movimientos de Prisma que en su miedo.

Algo que también la ayudó a distraerse fue que otros pasajeros le preguntaban cómo se llamaba, si la podían acariciar, cuántos años tenía. «Para mí esa fue la mejor distracción, poder contarles todo de Prisma, un tema lo suficientemente importante para mí. Mucho más importante que mi miedo a volar».

De hecho, hubo una pasajera que durante todo el viaje la fue acariciando. Así que no sólo Prisma ayudó a Gina a volar más relajada, sino que también a otros pasajeros.

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