Nombre: Ana Belen Hirschfeldt
Edad: 32
Cargo: Tripulante de Cabina de Pasajeros en LATAM Airlines.
Es difícil escribir de alguien que viste una vez, que sentís que la conocés de toda la vida y al mismo tiempo ser subjetivo. Pero estoy segura de que todos los que tuvieron la suerte de viajar con ella, piensan lo mismo. Ana Belén Hirschfeld nació para volar. Y para incentivar a que los demás también vuelen. Apenas le dijimos que queríamos entrevistarla, esto es lo que nos escribió: “Antes que nada les comento que suelo leer sus historias y admiro mucho a todos esos valientes que día a día demuestran que se puede. Vencen sus miedos cada vez que suben a un avión. Estoy inmensamente orgullosa de ustedes. Espero algún día cruzarlos en persona para felicitarlos”.
¿Por qué decidiste elegir esta profesión para tu vida?
Muchos dirán «¡Estás loca! ¿Vivir a arriba de un avión? Créanme que suelo preguntármelo a menudo. En mi familia no hay nadie que pertenezca al mundo de la aviación. La experiencia más cercana a un avión fue a los 15 años, cuando mis padres me regalaron un viaje a Disney y eso fue todo. Nunca había volado y a partir de ese vuelo comencé a observar a las azafatas, y mi curiosidad sobre ese mundo comenzó a crecer. Siempre fui muy independiente, amaba la idea de poder viajar mucho, me costaba seguir una rutina, hacer lo mismo por mucho tiempo y cada vez que escuchaba que un avión pasaba cerca, no podía evitar sentir un cosquilleo en la panza, levantar la mirada y buscarlo en el cielo.
Así fue que un día dije, «¿por qué no? Lo voy a intentar, aunque sea por un tiempo. Hice el curso y finalmente cumplí el sueño de poder dedicarme a esta profesión que hoy amo. Volar me da mucho placer.
¿Qué es lo que te atrae tanto de este mundo?
No es un trabajo rutinario, cada vuelo es único, siempre volás con compañeros diferentes, los jefes también cambian, tenés la posibilidad de relacionarte social y culturalmente con personas de diferentes lugares. Esto hace que mi mente se abra y cambie la forma de ver las cosas.
Todo esto y muchas cosas más (es muy larga la lista) hace que cada día vuelva a casa con una anécdota distinta para contar.
Claro que también tiene su parte mala, como todo, no poder compartir a veces momentos importantes con las personas que amo. Es una de las cosas que más me cuesta.
¿Cómo comienza un vuelo?
Lo primero que hacemos es un «briefing» , es una breve charla sobre los distintos aspectos del vuelo (pasajeros a bordo, información de seguridad y todo lo que sea relevante ). Luego nos dirigimos al avión donde se realiza un chequeo exhaustivo de todos los elementos de emergencia, catering a bordo, entre otras cosas.
Ya estamos listos para el embarque de pasajeros y terminado este, comenzamos a volar. Cuidamos cada detalle para hacer que el vuelo sea lo más placentero posible.
Finalizado el vuelo, nos reunimos nuevamente con la tripulación y hablamos sobre cómo fue el vuelo y si hay información importante la compartimos y hablamos entre todos.
Ahora llegó el momento de descansar, ya sea en nuestra casa o en el hotel dependiendo si vamos o volvemos.
Actualmente hago la ruta Miami, donde me quedo dos o tres días allá. Es un destino muy bonito. Aunque debo confesar que me encantaría poder sumar una ruta a Europa. Un pequeño sueño.
En fin, lo que comenzó con un «¿y por qué no? Lo hago por un tiempo» terminó siendo parte de mi vida por 12 años y contando… Amo mi profesión, me regala experiencias maravillosas.
Antes de terminar, Belu quiso enviar un mensaje a todos los lectores: “Volar es una experiencia maravillosa, que no pueden perderse en esta vida”.
Más para leer: