Por Carola Sixto
Éstos son algunos tips, sugerencias y consejos que fuimos recolectando en los últimos años y que pudimos comprobar que pueden ayudar a que viajemos más relajados. Esto no significa que tengan un efecto garantizado, simplemente los comparto porque así como me sirvieron a mí, pueden servir a otras personas:
Subir último al avión
Este consejo me lo dio la Lic. Liliana Aróstegui, en 2008, cuando participé del curso «Alas & Raíces». Subir último, cuando todos los pasajeros ya se acomodaron en sus lugares, ayuda a acortar el tiempo de espera antes del despegue que, por lo general, es de mucha ansiedad. De esta manera, si somos los últimos en subir, quedarán apenas entre 15 o 20 minutos para acomodarnos en nuestro asiento, ponernos el cinturón y disponernos para el despegue.
Importante: Una vez, en Buenos Aires, una señora de unos 70 años perdió el avión por seguir este consejo. Quiso distraerse y entró al Duty Freeshop y no escuchó cuando la llamaron por altavoz. El resultado fue contrario a lo que buscaba: tuvo que ir a hablar con el personal de la aerolínea que la ubicaron en el vuelo siguiente, pero tuvo que esperar tres horas más. Por lo que la tranquilidad que había ganado al distraerse con los perfumes del freeshop se evaporó enseguida.
2. Presentarnos al personal de tripulación que nos recibe en el avión y explicarle que tenemos miedo a volar.
Esto nos resultó muy efectivo con aerolíneas como LATAM y Aerolíneas Argentinas, que tienen personal muy preparado y con mucha empatía y vocación. No resultó eficaz, en cambio, con personal de Delta Airlines y American Airlines.
Cómo hacerlo: al subir al avión, preguntarle al tripulante de cabina que te recibe si tiene dos minutos (seguramente te dirá que sí) y ahí explicarle que estás haciendo un esfuerzo enorme para volar y que tenés mucho miedo, y que le agradecerías si pudiera comunicarte en caso de turbulencias o que surgiera algún problema. En estos años, no pasó jamás que se me acercaran a decirme: «estamos por pasar por una tormenta, se terminó la calma». Pero sí me he ganado una visita a la cabina (después de aterrizar), unas palmadas en el hombro e incluso, en un vuelo de Miami a Buenos Aires, nos han dejado una manta extra y un chocolate, que fue casi como decirnos «lo estás haciendo bien».
3. Preparar la valija como mínimo 5 días antes.
La ansiedad puede ser nuestro peor enemigo y si se te junta el nerviosismo por preparar la maleta con el estrés del vuelo, terminaremos al borde de un ataque de nervios. Sentir que ya está todo organizado y preparado, te ayudará a bajar el nivel de estrés y sentirás que sólo tienes que ocuparte de descansar todo lo posible y relajarte para el viaje.
4. Incluir todo lo que necesites en tu bolso de mano, cartera o mochila.
Después de despachar tu equipaje, posiblemente te queden entre una o dos horas (en vuelos internacionales) o una hora aproximadamente (en vuelos de cabotaje). Organiza tu bolso con todo lo que necesites. Recuerda llevar varios ziplocs (o bolsas de plástico transparente), ya que en algunos aeropuertos no permiten subir con bolsitos opacos que no permitan ver su contenido. Evita cualquier situación que pueda ponerte nervioso. Por ejemplo, si vas preparado para escuchar tu playlist favorita mientras esperas embarcar y de repente te das cuenta que los auriculares te quedaron dentro de la valija, además de ponerte de mal humor y nervioso, se te hará mucho más larga la espera.
5. Llevar tu medicación, si es que tomas alguna, en un bolsito transparente, fácil de encontrar.
Si tomas algún medicamento o si sueles sufrir dolor de cabeza o de estómago, mareos u otro malestar, guarda los medicamentos todos juntos, de modo de encontrarlos fácilmente si no te sientes bien en el vuelo. Hemos visto a personas perder el control porque no encontraban la «pastillita» que tenían que tomar para evitar el mareo. Además, si llegara a pasar que por alguna eventualidad tu equipaje sigue rumbo a otro destino, ¡tendrás la medicación!
6. Dejar el drama para el cine
Si estás leyendo este artículo es probable que estés calificado para el concurso de «Drama Queen». Sé de lo que hablo. Para mi primer vuelo PC (post-curso para perder el miedo a volar), dejé cartas escondidas para mis hijos y hasta un instructivo de a quién avisar si me pasaba algo (yo trabaja freelance para otro país y me preocupaba que nadie se enterara de que me había ido a mejor vida). ¡De este tipo de dramas estoy hablando! Por lo que si te vienen pensamientos de este estilo cuando estás en el aire, hacé todo el esfuerzo para contestar a esta pregunta: ¿Hay alguna evidencia de que está por pasar algo terrible? El miedo está en nuestra mente, pero no significa que exista peligro.
7. Seleccionar con mucho cuidado la playlist que escucharás una y otra vez en el avión
Está la música que nos hace bailar en el asiento pero también están las canciones que nos ponen más sensibles y nos hacen acordar de las cosas más tristes que vivimos. Esos temas son justamente los que no deberíamos escuchar. Porque una cosa lleva a la otra y los lagrimones que se escapan porque nos acordamos de nuestro primer novio, se unen a los de «el día que tuve que dejar a mi hijito por primera vez en la guardería» para finalizar con «y ahora que todo se puso tan mal seguro que algo malo me va a pasar». Stop.¿Qué tal si mejor escuchamos música de esa que nos dan ganas de gritar a los cuatro vientos «La pucha que vale la pena estar vivo»?
Éstos son los temas elegidos por la comunidad de Miedo a los Aviones en Facebook.
8. Reservá el asiento. Mejor si es el del pasillo
Cada vez son menos las líneas aéreas que permiten seleccionar el asiento cuando sacamos el pasaje. Más si la tarifa es promocional. Pero, no saber si nos tocará en la cola (¡donde más se mueve!) o en el medio de una fila de 4 es algo que puede aportar bastante estrés al plan. Si además, sos de los que no miran por la ventanilla o temés sentirte encerrado, el asiento del pasillo te hará sentir más libre para poder levantarte las veces que quieras. (Incluso para ir a espiar a los tripulantes para confirmar que todo esté bien). Por eso nuestro consejo es que si te ofrecen reservar el asiento por un cargo extra, lo reserves y lo incluyas dentro de los «gastos del viaje».
9. Si viajas con tus hijos, amigos o tu pareja, reserva el asiento detrás de ellos.
Uno de los karmas que cargamos a menudo los que tenemos miedo a volar es la vergüenza. Intentamos hacer todo lo posible para que nadie se de cuenta que nuestras manos están casi adheridas al apoyabrazos. Y tener espectadores no nos ayuda: por un lado no queremos que ellos se preocupen por nosotros y por otro lado, por lo menos a nosotros, no nos gusta que nos estén mirando como diciendo: «¿Y? ¿Ahora estás más tranquilo?» En un viaje a NY, no tuve otra opción que viajar al lado de mi esposo. En un momento de turbulencias, le agarré la mano con tanta fuerza y lo miré con tal cara de desesperación, que me terminó diciendo: «Al final, me vas a contagiar tu miedo». Y no, ya con nosotros es suficiente. ¿No creen?
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