¿Seré la única? Pero cada vez que hay tormenta pienso muchas cosas: qué me pongo, si llevo paraguas o mejor piloto, qué calles se inundarán y cuáles no, y siempre se filtra el mismo pensamiento de alivio: «Pero qué suerte que hoy no tengo que viajar». No es un pensamiento egoísta. Porque enseguida empiezo a hacer una lista mental de todos mis amigos, conocidos o vecinos que sé que están viajando en esos días…
Obviamente reconozco que es una ridiculez pero así como hay gente que tiene antenas para pescar otras cosas, como por ejemplo, «viste el reloj que tenía el presidente de la FIFA en la conferencia de prensa», yo me ocupo de los que están en el aire.
Es una ocupación mental que no ayuda en nada, lo admito. Después trato de asegurarme que mi amigo/conocido/vecino llegó bien. No es necesario llamarlos, con mirar en Facebook que publicaron que ya llegaron o que ya se terminaron las vacaciones es suficiente para quedarme tranquila de que pisaron tierra firme.
En el caso de los amigos íntimos, muchas veces los llamo y les pregunto cómo estuvo vuelo, si se movió mucho, si fue difícil aterrizar con lluvia o viento.
Es gracioso porque la mayoría de las veces, me contestan: «¿Pero había tormenta?» Seguramente venía tan dormido que ni me di cuenta». Es lo mejor que me pueden decir. Para preocuparme, estoy yo.
CS