Hace unos días durante un vuelo en un viaje a Sicilia me tocó escuchar una conversación que me llamó la atención.
-Papá, ¡El ala se está moviendo! ¡Se va a romper!
-Hijo, nos tendríamos que preocupar si no se moviera. Tranquilo, sigue con «La Patrulla Canina» que está todo bien.
Este padre es un fenómeno, y mucha razón lleva cuando dice esto.Toda aeronave y más aún sus planos alares, experimentan fuerzas aerodinámicas durante el vuelo, y son estas las que le permiten mantenerse “flotando” en el aire. Estas fuerzas pueden sufrir variaciones de intensidad por diferentes razones que harán que observemos como la punta de las alas, largas y esbeltas se muevan arriba y abajo.
Pero, ¿y eso es bueno? ¿Cómo no se parten?
Esto es buenísimo, de hecho los ingenieros las diseñan así. Si estas alas fueran rígidas y no flexibles, podrían llegar a colapsar y romperse. Al tener la capacidad elástica permiten amortiguar estas fuerzas y vibraciones, como las que generan las turbulencias, sin mayor problema haciendo además más confortable la experiencia para los pasajeros.
Durante el diseño y desarrollo de una aeronave se realizan multitud de pruebas de todos los tipos, tanto a sistemas, estructura y motores, siendo una de las más llamativas la prueba de flexión alar hasta su colapso o como la llaman los ingenieros “Ultimate-load wing-up bending test» para analizar cuál es la fuerza y desplazamiento máximo que soporta.
En este momento, podrías estar pensando: «¿parten un avión solo para saber si aguanta?»
Así es, y es increíble puesto que las cargas que llegan a soportar son hasta cinco veces más la que se podría llegar a experimentar como máximo en un vuelo normal.
A esto se le conoce como factor de seguridad. Podríamos pensar que es un derroche, pero cuando la seguridad juega un papel fundamental no se escatima en recursos.
Ahora ya sabes que si en tu próximo vuelo ves como el avión mueve sus alas, piensa que los pájaros también baten sus alas para volar.
Sobre Javier Ruiz-Calderón
Estudió ingeniería aeronáutica en la Universidad de Sevilla. Realizó el proyecto final de carrera en Alemania en la Universidad de Braunschweig. Hizo sus prácticas en Airbus, luego trabajó en Chile como ingeniero de motores en LAN. Y unos años más después, ascendió a Jefe de Control de Calidad del Centro de Mantenimiento y luego como subgerente de producción. En 2019, regresó a España y trabajó en Iberia como Manager de planificación del MRO, donde realizaban más de 300 checks anuales.
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