Algunas personas nos preguntan si vale la pena hacer un curso o un taller para empezar a viajar con menos sufrimiento o stress. Incluso, nos preguntan a nosotros si van a obtener resultados haciendo nuestro propio taller/curso. Y la verdad, siempre respondemos lo mismo: «es una decisión muy personal. Si nos guiamos por las experiencias de las personas que después de hacer el curso nos comparten fotos o testimonios de sus viajes, podemos decir que sí; vale la pena».
Desde que hicimos el primer curso vimos a muchas personas volar mucho mejor. También, en los vuelos de bautismo, podemos comprobar la transformación con nuestros propios ojos: personas que llegan al aeropuerto con la mochila pesada de no haber volado jamás o de haber volado hace 20/30 años y luego, al regreso, escucharlos decir que no pueden creer que esperaron tanto, que volar fue mucho más fácil de lo que creían y que la experiencia les cambió la vida.
Para hablar con datos más precisos, enviamos una encuesta a todas las personas que participaron del taller/curso «Afrontamiento del miedo a volar».
El 100% de las personas que participaron en el curso aseguran que es probable que viajen próximamente en avión.
De este total, el 64,2% ya tienen pasajes. Y 35,7% piensan que “tal vez” lo hagan.
Si bien el miedo es diferente en cada persona, ya que todos tenemos historias distintas, aprender más sobre los aviones y conocer en profundidad cómo operan el miedo y la ansiedad, sumado a las herramientas que compartimos en el curso más los tips “prácticos” para aplicar los días previos al vuelo y -por supuesto- en el avión ayuda a pararse en un lugar bien diferente a donde estábamos parados antes.
También son disímiles las razones por las que la gente se inscribe en el curso. A continuación algunos testimonios:
Lucía de Luca (36 años): “En abril de 2022 tuve un ataque de pánico cuando me estaba yendo de vacaciones. Quería hacer el curso para poder hacer el vuelo de bautismo en grupo. Ahora no siento ansiedad al volar y eso que ya volé 6 veces desde Mayo de 2022 que hice el curso”.

Laura Vadell (53 años): “Mi hija cumplía 15 años y quería conocer Calafate y Ushuaia. Si bien todavía siento ansiedad, ahora la puedo manejar. En total ya volé 5 veces desde que hice el curso y pude afrontar otros miedos, como por ejemplo….subir a un ascensor, aunque todavía lo hago acompañada”.
Sandra Grace (58) siempre tuvo miedo a volar, por eso siente que era una asignatura pendiente. “Yo recomiendo este curso ya que la experiencia de tener miedo solo o bien hablarlo con tu psicólogo o psicóloga es completamente distinto a estar en un grupo en el que tenés algo en común que te une y te transmite fuerza y valor. Además de los tips y herramientas que antes no teníamos”. Para su próximo viaje, a Londres, ya tiene pensado: “implementar la respiración, tener una playlist de música y películas, hablar con el personal de abordo cuando subo al avión e identificarme como persona con miedo. Además, voy a pensar en la imagen de todas las luces de todos los aviones (N. De la R: Sandra hace referencia a un video que compartimos en el curso donde se ve el tráfico aéreo en todo el mundo).

Luciana Re (46): “En abril de 2022 hice el curso y siento que ahora afronto el miedo mucho mejor al poder identificar exactamente qué es lo que me produce malestar. También, al poder ver a otros y otras que les pasa lo mismo o similar”. Con respecto al vuelo, Luciana apela a muchas de las palabras y experiencias que compartimos en el curso. “Lo más importante fue que mientras estaba haciendo el curso me fueron dando ganas de subirme al avión. Sentí que recuperaba la capacidad de disfrute, de conectarme con el placer del viaje”.
Soledad (31) tomó la decisión de inscribirse porque tenía la posibilidad de viajar y no lo hacía por el miedo que sentía de tan solo pensarlo. Por eso al preguntarle qué le diría a alguien que está pensando en si hacer o no el curso responde: “Que lo hagan, porque no se van a arrepentir. No significa que uno al día siguiente se va a subir feliz a un avión, pero te acerca un poco más a lograrlo en algún momento”. Y sugirió que tengamos más difusión: “Para que todas aquellas personas que padezcan de este miedo sepan que existe el curso y que lo pueden hacer”.
Carlos Gomez (66) voló por primera vez en Octubre de 2022. Tenía mucho miedo a no animarse a subir al avión. Vino al último vuelo de bautismo del año y el grupo lo apoyó desde que nos encontramos temprano en Aeroparque. “Me di cuenta que es el medio de transporte más seguro que hay. Obvio que estoy listo para volver a volar”.
Carlos hacía años que tenía la idea de animarse a volar y si bien teme sentir un poco de ansiedad al pensar en volver a subirse a un avión, sin el grupo, compartió algunos tips para personas con claustrofobia: “La respiración es muy importante y también distraerse sacando fotos o filmando por la ventana. Eso ayuda a no estar pendiente de los pasajeros que se amontonan para bajar del avión, por ejemplo”.

Alejandra Daract (37) vino al vuelo de bautismo en Mayo de 2022 y junto a algunas de sus compañeras de grupo, se propusieron seguir volando y animándose. Ya voló 3 veces después del curso y reconoce que ahora, cuando siente ansiedad, entiende lo que le pasa, lo registra y puede tomar alguna acción. “Yo soy mi propio miedo y eso afecta a muchos aspectos de mi vida. Empoderarme con uno de ellos hace efecto dominó a los otros”. Además, reflexionó sobre la importancia de darse cuenta de que tener miedo a volar no le pasa solo a uno: “Escuchar otras historias te hacen más fuerte y más solidario también. Por eso recomiendo hacer el curso, no solo por el curso en sí, que brindan mucha información y herramientas que son muy necesarias, sino también por la red de contención que se forma”.
Dentro de las cosas que aplicó Alejandra las veces que voló después del curso menciona: “Tener organizado el vuelo. O sea, me subo al avión y tengo a mano los audios con las respiraciones previas al despegue. Luego de determinada hora me propongo pararme para ir al baño y conversar con alguna azafata. También, me llevo marcadores para pintar mandalas. “

Andrea (45) vino al vuelo de bautismo en 2021 y sueña con que haya más vuelos de bautismo para los que ya volaron. “La práctica es lo mejor”, dice Andrea, que nunca había imaginado subirse a un avión. “Fue un antes y un después del curso. También es importante tener la voluntad de decirse “yo puedo”. Ahora, Andrea asegura que disfruta de viajar en avión. “No lo vivo como algo terrible”.

Camila (26) tenía 4 vuelos largos por delante. Por eso tomó la decisión de hacer el curso. Además, iba a viajar sola. “La idea de volar me hacía pensar en lo peor. Me estresaba y me ponía nerviosa. Ahora solo disfruto de todo el proceso de saber que voy a viajar”.
En menos de un año, ya lleva 6 viajes en avión y ya los aviones no le generan ansiedad.
Paola (37) voló por primera vez un mes después de hacer el curso. Del programa lo que más le interesó fue la información sobre la ansiedad y el miedo, las herramientas y los tips para aplicar el día del vuelo. “Yo tenía mucho miedo al encierro…y encima en el aire. Ahora, siento ansiedad pero ya sé lo que es. Y eso me hace estar más tranquila”, relató. Todavía tiene una asignatura pendiente: aplicar las herramientas durante las turbulencias.

Por último, la Lic. Nicole Harf, psicóloga que dicta el curso, opinó sobre las consecuencias de “Afrontamiento del miedo a volar” en las personas que participaron: “Creo que a las personas con miedo, el taller les aporta por un lado la sensación de no sentirse solos, hay otros a los que les pasan cosas parecidas. En segundo lugar, hay un conocimiento de lo que les está pasando, qué procesos se dan en el cuerpo y en la mente y en la relación entre cuerpo y mente (pensamientos, emociones, conductas y repercusiones) y les permite pensar sobre su miedo a volar. Es decir, cómo se da el circuito de su propio miedo, qué cosas hacen para activar el miedo y qué cosas hacen para desactivarlo. Esto les permite conocer un poco más su propio circuito y les da recursos y herramientas para poder cambiarlo. No necesariamente se resuelve el miedo sino que se modifica la activación del miedo.En definitiva el taller es un punto de partida para tomar cartas en el asunto del miedo a volar y apropiarse de lo que les pasa”.