Patricia Silva (51) voló por última vez hace exactamente 21 años.
Fueron muchas las cosas que postergó o evitó debido al miedo a volar. Por ejemplo, algunas vacaciones no pudieron ser al destino que le hubiera gustado.
Pero todo esto quedó atrás cuando hace unas semanas se animó a volar nuevamente. El destino elegido fue Cataratas del Iguazú y viajo por JetSmart junto a sus hijos de 23 y 25 años.
Contra todo pronóstico, los días previos los pasó bastante tranquila. La ayudó mucho ver algunos videos de aviones y leer algunos tips de nuestro blog o las redes sociales. También, hizo ejercicios de meditación y algunos ejercicios técnicos holísticos.
«No es que no haya pensado en el avión pero no me volví loca. Tenía la firma intención y convicción de disfrutar», relató Patricia al compartir su testimonio.
Al subir al avión, no les dijo nada sobre su temor a los tripulantes de cabina.
«Mis hijos estaban al tanto de mi miedo a volar y eso me dio mucha seguridad y tranquilidad».
Durante el despegue, confesó que se sintió un poco mareada. «Me duró hasta que el avión se estabilizó».
Como el vuelo es corto, no llegó a dormir. Pero igual, eligió escuchar una música para relajarse.
Al preguntarle qué etapa del vuelo le resulta más difícil respondió: «Antes todos; ahora, ninguno. Eso sí, debo reconocer que en el viaje de ida me puso muy nerviosa la gente muy quejosa en la sala de espera de pre-embarque», comentó.
Muchas personas sienten que el día anterior a regresar ya les cuesta disfrutar del lugar, de las vacaciones, de solo pensar que hay que volver a subirse a un avión. Pero a Patricia, esto no le pasó: «Ni me di cuenta que tenía que volver a subirme a un avión».
Justamente fue en el regreso, que hubo bastante turbulencia. «En el primer tramo de las turbulencias cerré los ojos y visualicé que iba en bus por una calle con muchos pozos. Hubo un segundo tramo con turbulencia y pensé lo mismo: pero esta vez sin cerrar los ojos», describió.
Con turbulencias y todo, también se animó a mirar por la ventana y a filmar la vista de la ciudad de Buenos Aires de noche. «En otro momento no lo hubiera hecho ni loca».
Luego de aterrizar, y antes de bajar del avión, Patricia se acercó a las azafatas y al piloto. «Les agradecí por todo y al piloto le conté que tenía mucho miedo y que por tener antecedentes de ataque de pánico hacía mucho que no volaba».
¿Qué lugar le gustaría conocer ahora que volvió a volar? Por lo pronto, Miami.