Muchas veces uno busca la postergación como medio de defensa ante una situación que prevé, imagina, desagradable o no placentera. Entiendo que son mecanismos de defensa. Y ya ir al curso para vencer el miedo a volar es vencer esa barrera. Y poder volar es dar el gran paso.
En mi caso , las turbulencias las pude manejar muy bien, porque logré imponerme la convicción que todo estaba controlado, que esto pasa , pasó y pasará muchas veces y todo está preparado para ello. De ahí no pasa. También me di cuenta que un gran porcentaje, tal vez diría un 90% pasa por uno mismo, lo físico se resume a tal vez algunas molestias durante la turbulencia, leve mareo o incomodidad, o molestias en la nuca, oidos tapados, pero no pasa de eso, es leve.
A veces proyectamos nuestros miedos, angustias, temores y demás sensaciones y las proyectamos en por ejemplo un vuelo. Sin el miedo, sin el temor, sin la fantasía de que algo malo ocurrirá es casi imposible tener un mal vuelo. Esa es la conclusión que me deja esta primera experiencia. Si en el fondo tengo temor, eso me puede dominar y todo se potencia, los síntomas crecen, dejo de dominar la situación y ahí se complica. Eso creo.
Mi experiencia en el vuelo de bautismo a Córdoba por LATAM fue excelente. Estuve mucho mas tranquilo y manejé todo mucho mejor de que suponía. Me sirvió mucho lo aprendido y también me resultó esta forma de ver las cosas. Si no hubiera volado, nunca podría haber extraído estas conclusiones. Es imprescindible volar para tener la convicción que se puede.
Durante las turbulencias hice exactamente lo mismo que durante el resto del vuelo. Mantener la convicción, la seguridad interior que no pasaría de eso, que eran sensaciones nuevas sí, pero nuevas para nosotros, no para quienes comandaban el avión y esto era simplemente un evento casi cotidiano y por lo tanto lo manejarían sin ninguna dificultad. Si hubiera sentido miedo, seguramente todo lo percibiría distinto, pero sabía que estaba en buenas manos y que nada malo podría pasar. Como a la ida me fue muy bien, actuando así, al regreso volví a aplicar el mismo sistema y si bien ya sea por la ubicación donde estábamos en el avión o por el vuelo en sí, la turbulencia se sintió mas, en lo personal -mas allá de algún pequeño detalle físico que considero natural- nada cambió con respecto a la ida.
Este fue el único momento en el que sentí alguna inquietud y fue a la ida. Y analizo que bien pudo tener que ver con lo que ya «tenía en mente». O sea, mirando videos me parecía el momento mas complicado. Y cuando llegó ese momento, tenía ansiedad por saber como sería, era mas bien la incertidumbre ante lo desconocido, quería a la vez comprobar cómo era, qué se sentía y eso me generaba cierta ansiedad. Pero después que pasó, listo.
A la vuelta, no tuve ningún inconveniente con el despegue, ya lo conocía, ya sabía de que se trataba, ya no era «el enemigo oculto y desconocido». A veces, el desconocimiento, el no enfrentar los miedos, hace crecer nuestros temores, nuestras sombras, somos nosotros los que le damos entidad, los que los hacemos crecer. Una vez que conocí el origen, ya no existió el efecto -o sea el temor, la ansiedad-.
Quiero también agradecer a todo el equipo de LATAM que sin dudas colaboraron para que tuviéramos un vuelo tranquilo a pesar de algunas turbulencias, siempre muy amables, dispuestos a colaborar en lo que fuera necesario y con las palabras necesarias para llevar tranquilidad en todo momento. Y también ya en el Aeropuerto de Córdoba donde nos atendieron de diez, nos sirvieron una merienda y luego Paola Lagos de AA2000 nos invitó a una recorrida general por todas las instalaciones.

*Jorge Mastruzzo tiene 56 años y vino al curso Cómo superar el miedo a volar. En septiembre, no pudo viajar en el vuelo que se realizó el 14 de Septiembre. Aún así, estuvo esperando con mucha paciencia la nueva fecha y apenas se abrió la inscripción se anotó para por fin volar por primera vez