Vive desde hace 4 años en Panamá, donde se mudó exclusivamente para volar en Copa Airlines como primer oficial (copiloto) de Boeing 737NG. Con 3300 horas de vuelo confiesa que siempre fue una “voladora”: sus tíos son pilotos, su papá paracaidista y ella piloto.
Aunque dice que entró a la Escuela de Vuelo de sus tíos, Alas Argentinas, por hobby, apenas terminó el colegio y al mismo tiempo estudiaba en la facultad la carrera de Publicidad. Pero a medida que pasaba el tiempo, iba perdiendo el entusiasmo por la carrera. “Con el vuelo me pasó todo lo contrario. De repente lo único que quería hacer era estar arriba de un avión”, recuerda Flor.
En 2007 obtuvo su licencia de piloto privado. En 2009 se convirtió en piloto comercial. En 2012 fue instructora de vuelo y en 2013, piloto comercial de 1ra clase, que es la licencia que piden en Argentina para volar en una línea aérea).
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“Lo más lindo de tener esta pasión –nunca lo llamo trabajo-es seguir teniendo las mismas ganas y disfrutarlo todos los días, por más de que signifique ir a contramano de los horarios de los terrestres y faltar en muchas fechas importantes, cada minuto ahí arriba y cada cielo, el mismo pero diferente todos los días, valen la pena”, explicó.
En la línea aérea donde trabaja, hay alrededor de un 10% de mujeres pilotos. “En Copa somos un montón de mujeres volando, tanto comandantes como copilotos. De hecho, es muy común vernos entrar a los aviones y que seamos dos mujeres al mando”, relató.
Si bien asegura que a lo largo de su carrera fueron más los comentarios de aliento y las felicitaciones reconoce que a veces se encuentra con pasajeros que muestran inseguridad o desconfianza al ver a una piloto mujer. “Si esto ocurre, con gusto le explico a la persona que todos recibimos el mismo entrenamiento, con las mismas exigencias y requerimientos para ocupar nuestros puestos”.
“Volando en Copa tengo la posibilidad de conocer el mundo, desde Canadá hasta Argentina, pasando por Centroamérica y el Caribe. Son casi 80 destinos a lo largo y ancho del Continente, Nueva York, Río, Montreal, Cancún, Los Ángeles, La Habana, Bogotá, visitar todo tipo de aeropuertos, en altura, a nivel del mar, con calor, con frío; con poco o demasiado tránsito aéreo”.
Se subió a un avión por primera vez a los 85 años
Por último, le pedimos un mensaje para las mujeres que aún no se animaron a subir a un avión o que lo hacen pero con miedo: “A todas las mujeres que se les complica subir a un avión, les digo que se animen a salir a conocer el mundo, sea cerquita o lejos, hay tantas cosas que ver que vale cada ratito ahí arriba. Que se suban seguras, y que confíen en los pilotos que somos los primeros interesados en que lleguen a destino, que si tienen preguntas que las hagan, y que somos fuertes y aguantamos todo lo que nos proponemos”.
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